lunes, 21 de mayo de 2012

III JORNADAS DE FORMACIÓN EN DUELO Y PÉRDIDAS DEL COLEGIO OFICIAL DE PSICÓLOGOS DE CATALUÑA - MAYO 2012. APRENDIZAJES E IMPRESIONES PERSONALES I

El pasado viernes, 11 de mayo, asistí en Barcelona a las III Jornadas de Formación en  Duelo y Pérdida organizadas por el Grupo de Trabajo de Duelo y Pérdida del Colegio Oficial de Psicólogos de Cataluña; expongo aquí un pequeño resumen e impresiones sobre las distintas ponencias, las cuales, unas más que otras, han enriquecido mi bagaje profesional y personal por lo que comparto dicha información por si pudiera ser del interés de otras personas, sean o no profesionales del ámbito psicológico y/o tanatológico. Iniciémonos con la primera ponencia:

"LA COMPLEJIDAD RELACIONAL DEL DUELO". Juan Luis Linares. Doctor en medicina y licenciado en psicología.


Desde un punto de vista sistémico, el Dr. Linares nos habló de la normalización y patologización del proceso de duelo. Planteando que lo que puede patologizar al duelo no es, ciertamente, la pérdida en sí, sino su inserción en pautas relacionales disfuncionales, constitutivas de maltrato psicológico como pueden ser la triangulación, la deprivación y la caotización. Estas atmósferas relacionales dependen de dos factores que coexisten en las estructuras familiares, como son la conyugalidad, cómo se relacionan los miembros de la familia entre sí y la parentalidad, cómo ejercen estos miembros sus roles y funciones parentales. Por tanto, una familia con una dinámica trianguladora posee niveles bajos de conyugalidad y altos en parentalidad; un ejemplo podría ser la desconfirmación de algún miembro de la familia por parte de los otros miembros dominantes, como la no integración o implicación en una situación de pérdida o en la toma de decisiones que se suscita en la misma. Una dinámica de deprivación conlleva una alta conyugalidad y una baja parentalidad; donde unos miembros subyugan a otro a sus exigencias, impidiendo que realice un proceso desde la individualidad, si no por obligación y en connivencia con las lealtades y chantajes emocionales que surjen desde los miembros más dominantes. Una familia caotizante se caracterizaría por tener bajas puntuaciones en ambos factores, funcionando de manera compleja, son familias desestructuradas, disruptivas, negligentes y multiproblemáticas. Al recibir el impacto de la pérdida pueden reaccionar de manera paradógica reorganizando a sus miembros y presentando una dinámica de cambio que la reestructura, bien por un período corto de tiempo para solventar la situación problema o bien propiciando cambios profundos, potenciando los recursos disponibles que no existían en su dinámica anterior. Un adecuado trabajo terapéutico puede invertir estas dinámicas, generando procesos de resiliencia, sustentada en una premisa ecológica del funcionamiento humano: a mayores carencias, mayores serán los recursos generados. Finalmente, existe una atmósfera funcional, en la que tanto la conyugalidad como la parentalidad presentarían valores óptimos, convirtiéndose en un factor de protección y de adaptación a los procesos traumáticos que sucedan en el núcleo familiar; no obstante, hay que recalcar el aspecto profiláctico de este tipo de familia, hecho que ayuda pero no exonera de padecer pérdidas y situaciones de crisis y de las reacciones de sus miembros ante las mismas. Para Linares, la pérdida no es inherente a un "mal proceso de duelo", son más bien otras variables las que median facilitando o entorpeciendo dicho proceso, como son la dinámica familiar, los rituales elaborados, la personalidad, la cultura y sociedad donde se encuentre inmersa la familia, etc.

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